Después de una larga espera de 39 semanas y 3 días, finalmente llegó el día. A las 2:07 PM nació Rebeca y cuando la enfermera encargada de recibirla para limpiarla me llamó, estaba allí para comprobar ansioso su peso y estado general.
3890 gramos... todo perfecto aparentemente.
Tuvimos una corta espera luego y pudimos pasar a la habitación en donde fueron algunos amigos y familiares a visitarnos y conocer a nuestra nueva hija. Al principio es muy fuerte saber que ahora hay otra personita de la que hacerse cargo, pero son momentos que se atesoran y que van a guardarse en lo más profundo de nuestros recuerdos.
La primera noche fue terrible, la verdad. Rebeca no quería comer lo suficiente y se quejaba bastante. Cuando escribo quejaba quiero decir lloraba. La noche la pasamos practicamente en vela y al día siguiente la bebé había perdido algunos gramos, no recuerdo bien cuántos, porque esa información no quería recordarla.
Tengo algunas fotos y videos de sus primeros días de vida y ahora que la he cargado entre mis brazos, que la he visto llorar, dormir, comer y agarrarme el dedo meñique con su manito, sé qué me tatuaré en la muñeca derecha: su nombre.
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